M. CRISTINA ROSENDE • M. BERNARDA ROMERO • MARIELA CANCILLA • JORGELINA KESQUE • MIRTA DE ROSA

INTRODUCCIÓN
A modo de documento preliminar, aquí se esbozan algunas ideas que puedan permitir la creación de un espacio de discusión, en donde se ponga en juego el real aprendizaje de la circulación de la palabra y la diversidad. Dentro del vertiginoso dinamismo de las sociedades avanzadas, se están dando importantes cambios donde aparecen situaciones hasta ahora desconocidas, que afectan directamente a la correcta socialización de nuestra infancia. La infancia en situación de riesgo se suele definir como un grupo en proceso de desadaptación social por causas básicamente familiares. Si hacemos un rápido repaso a las diferentes orientaciones teóricas que definen las situaciones de riesgo social veremos como el énfasis siempre recae en las circunstancias familiares.
Así, el enfoque socio-ambientalista acentúa la importancia de los factores ambientales y sus programas de intervención hacen hincapié en los apoyos a las familias cuando analiza este fenómeno. El enfoque conductista, en cambio, se centra en la idea que las situaciones de riesgo están causadas, fundamentalmente por las dificultades de los padres en desarrollar su rol parental y en cubrir las necesidades básicas de sus hijos; por otro lado las perspectivas psico-dinámicas ven la conducta como algo sintomático causado por experiencias pasadas que mucho tienen que ver con las habilidades afectivas familiares. Por último, el enfoque sistémico parte de la premisa de que el individuo con problemas forma parte de un sistema, básicamente familiar, con dificultades (Guasch, M. y Ponce, C., 2002).
Los enfoques teóricos que abordan la epistemología de la infancia en situación de riesgo se centran en la situación familiar, identificando las causas y los factores de riesgo en el microsistema familiar: la desestructura familiar, los maltratos infantiles familiares, la dinámica conflictiva entre padres e hijos, la ausencia o el exceso de disciplina, la negligencia o la ausencia de lazos afectivos, son algunos de los factores que se han identificado como causa de la desadaptación social.
La condición de riesgo es la que se da en individuos que tienen un déficit importante en las necesidades básicas de contención, y en la provisión de estímulos afectivos en un momento de su desarrollo colocándolo en estado de abandono.

DESARROLLO
INFANCIA EN SITUACIÒN DE RIESGO
Cuando nos referimos a infancia en situación de riesgo social no solamente nos referimos al maltrato dentro de la familia, sino a una situación mucho más amplia, que reúne todas aquellas circunstancias sociales carenciales para el correcto desarrollo de la infancia.
El siguiente cuadro refleja todas las necesidades básicas, así como las situaciones correspondientes consideradas de riesgo:

Cuadro: Taxonomía de las Necesidades Básicas: (Adaptación: López, y otros, 1995)
Para resolver la situación de los niños en estado de abandono, se produjeron demandas sociales que determinaron el surgimiento de instituciones que se hicieran cargo de esas funciones, para intentar brindar elementos que sustituyeran o solucionaran el estado de carencias básicas padecido por estos niños. En el caso de los menores en riesgo, es necesario el estudio de las instituciones que cubren las funciones de socialización.
El propósito de la investigación es, lograr un entendimiento global de la realidad para establecer un abordaje integral a niños en riesgo social, en un marco de trabajo interdisciplinario.
Nuestra participación en una fundación sin fines de lucro se focalizó en poder contrarrestar la agresividad en niños/as de 6 a 8 años que ya estuvieron expuestos a sufrir violencia familiar, social, escolar. Estos niños, seleccionados por sus características de riesgo social, provenientes, en su mayoría, de barrios de profunda pobreza de zona sur del Gran Buenos Aires, afectados por las consecuencias de una prolongada crisis económica y social. Nuestra labor se centrò en brindar asistencia y acompañamiento terapeutico a estos niños/as, con la correspondiente supervisiòn de los casos a cargo de la Lic. Marìa Cristina Rosende. Apostamos a incentivar y apoyar a los chicos para que sean ellos mismos protagonistas de su propio desarrollo.
En la Fundaciòn se busca promover, en primer término, aquellas acciones que garanticen la alimentación, la salud y el aprendizaje de niños que se encuentran en estado de riesgo social, fortaleciendo y acompañando la función de sus familias y la comunidad, complementando la acción de la escuela, facilitando los aprendizajes escolares y, en definitiva, previniendo el fracaso escolar y social.
En relación a los objetivos de nuestra investigación, las modalidades de abordaje del trabajo asistencial fueron objeto de un detenido análisis. Varios fueron los factores que así lo exigían, desde el marco teórico, desde el punto de vista del proceso y la modalidad de construcción del conocimiento nos apoyamos en el enfoque psicoanalítico. Contemplando la prevención primordial desde diversos factores protectores:
El síntoma para nosotros, se ancla en una red particular de vínculos familiares, de vínculos institucionales, que se entrecruzan con una tarea particular también de la estructura individual.

El niño soporta la dificultad pero es necesario dialécticamente, los otros aportan el sentido y por lo tanto fue también una preocupación considerar el significado del síntoma desde la escuela, desde el espacio de la clase, y desde la familia y el niño como emergente de estos grupos primarios. Interrogamos sobre el significado que tiene el no aprender. La familia adquiere un protagonismo como tal, dejando de ocupar los lugares de padres, y ocupar los padres el lugar de miembros informantes. El niño paciente deja de ser hablado por otros y cada uno habla por si mismo y desde su lugar.
Nuestro trabajo pretende mostrar cómo los aportes de distintas disciplinas favorecen las posibilidades de intervención y por ende los resultados, permitiendo sentar las bases para un accionar responsable favoreciendo que los profesionales intervinientes realicen los ajustes necesarios para atender cada caso particular.
Los conflictos familiares no son otra cosa que la expresión manifiesta de una compleja trama subyacente, que a veces, ni siquiera los propios protagonistas conocen. El abordaje fue realizado desde la psicoterapia, desde la asistencia social, desde la clínica, pues si tomábamos una sola de estas rama exclusivamente, hubiera resultado ineficaz
De esto se trata el trabajo interdisciplinario. Mucho más que el trabajo conjunto de distintas disciplinas, se trata de unificar criterios para encontrar un lenguaje común a través de la integración de los distintos puntos de vista, resignificando estos nuevos espacios que la sociedad actual y la comunidad hoy nos requieren.
La pobreza es uno de los factores asociados con las enfermedades y limitaciones de oportunidades de niños y adultos, especialmente aquellos que viven en ambientes urbanos. Este problema se incrementa por las disparidades económicas y sociales cada vez más grandes y más extendidas entre los sectores de mayores y menores recursos.
FENÓMENO DE LOS MALOS TRATOS
El fenómeno de los malos tratos a la infancia responde a un tipo de relación entre el adulto y el niño que podríamos definir como disfuncional y distorsionada. Responde a una manera de entender y de establecer las relaciones entre el adulto y el niño, en que éste es objeto de acciones y/u omisiones que, al fin y al cabo, no ayudan a su desarrollo y estropean, de una manera u otra, su bienestar físico, psíquico y social. La poca atención y la falta de cuidado hacia los intereses y expectativas de los niños, el abandono -en cualquiera de sus formas-, las respuestas inadecuadas, las conductas punitivas y adversivas, el abuso tanto físico como sexual o psicológico, sirven para determinar una cierta o total incapacidad, ignorancia, imposibilidad o indiferencia por parte de los padres con respecto a la atención, cuidado, protección y educación de sus niños y niñas.
Situaciones y realidades que no dejan espacios para crear e integrar otras maneras de vivir y experimentar el hecho de sentirse aceptado, valorado y querido, y saberse acompañado por unas personas significativas en sus aprendizajes, intereses, necesidades y procesos vitales.
La detección a tiempo de una situación de abuso o negligencia respecto de un niño, es tarea de la comunidad y debe abordarse con extrema precaución. Esto fue lo se intentó trabajar en la fundación.-
Primero: signos de alarma que se tuvieron en cuenta para detectar niños/as en situación de riesgo:
Señales de abuso físico:
Moretones, golpes o quemaduras-
Comportamientos temerosos o ansiosos al oír llorar a otros niños.
Negativa a cambiarse de ropa ante determinadas actividades escolares.
Llegar tarde al colegio, retirarse temprano o mostrarse en general reacio a ir a su casa.
Huidas repetidas del hogar.
Extrema agresividad o introversión.
Señales de abandono:
Problemas de salud desatendidos (lastimaduras infectadas, carencia de antejos cuando son necesarios, falta de controles y vacunas).
Conducta indolente, agresiva o depresiva.
Cansancio permanente.
Señales de abuso sexual:
Dificultades al caminar o al sentarse.
Dolores, picazón o infección en la región genital.
Interés exacerbado en asuntos de índole sexual.
Temor desmedido o comportamiento seductor exagerado.
Llantos reiterados y sensaciones de angustia.
Señales de maltrato emocional:
Alteraciones en el habla.
Ulceraciones o alergias graves.
Retraso en el desarrollo físico.
Constantes pedidos de perdón. Expresa temores, autodesprecio o derrotismo.
Se impone metas o ideales de comportamiento altos, para complacer y así se frustra.
La comunidad educativa puede actuar preventivamente, respecto de situaciones de maltrato hacia los niños/as, del que pueden ser objeto tanto de parte de sus pares, como de su entorno familiar deteriorado.-
Estos signos de alarma se pueden observar claramente en un niño/a, en entrevistas, por su comportamiento, juego, dibujo, o en sus silencios.-
Si las situaciones vividas son desfavorables, se visualiza una adolescencia de alto riesgo. Si a esto le sumamos:
No haber sido deseada la concepción.
No contar con una estructura familiar estable.
No haber recibido controles en salud durante el embarazo materno.
No haber recibido asistencia en el momento del nacimiento.
No haber tenido una lactancia y alimentación adecuada.
No contar con vínculos afectivos y amor durante todos sus primeros años de vida.
No disponer las familias de recursos socioeconómicos para satisfacer las necesidades básicas.
Su potencial consecuencia será:
Niños maltratados.
Niños abusados.
Con comportamientos violentos.
Mentirosos y transgresores.
Que cometen hurtos intrafamiliares o extra familiares.
Con problemas de conductas, no respetan los límites.
Trastornos del sueño y/o alimentación.
Padecer discapacidades no tratadas adecuadamente.
Haber sufrido pérdidas significativamente.
En consecuencia serán más vulnerables a determinada patologías, tales como:
Desórdenes emocionales
Desórdenes alimentarios
Alteraciones en el comportamiento
Dificultad en el aprendizaje
Fracaso escolar
Violencia social
Intentos y/o suicidios
Accidentes
Adicciones
SIDA
Embarazo no deseado
Abortos
Delincuencia
Depresión

VIOLENCIA Y AGRESIVIDAD
Entendemos que la agresividad no es algo aislada sino que es constitucional del ser humano. Nos referimos a la mismo como toda acción, motora o verbal, cuya intención es causar daño directa o indirectamente a otra persona. Esta agresividad puede ser utilizada como fin o como instrumento para conseguir otras metas distintas.
Cuando la satisfacción no se logra de modo y en forma inmediata, careciendo de reflexión y cuando la palabra no puede implementarse como forma de comunicación, es ahí que aparece la violencia. La palabra, el lenguaje, lo simbólico es lo que nos dista de la naturaleza. El ser humano nace en un mundo de lenguaje, estamos atravesados por el lenguaje.
“La violencia no es innata en los seres humanos, sino que es un aprendizaje y como tal puede y debe no solo ser prevenida, sino también desaprendida”.
El dominio de uno mismo y la tarea de contener y controlar la violencia del otro en situaciones de conflicto, es un proceso que se aprende.
Entendemos a la violencia como: el uso y el abuso de la fuerza desnaturalizada que los seres humanos descargan contra otros; es decir, como la fuerza desconectada del instinto de supervivencia. Durante el proceso de socialización infantil, la violencia social se definiría por la falta de acatamiento de reglas y normas sociales, incidiendo tanto en la resistencia como en la indisciplina ya sea verbal o física. Por ello, el estilo personal de violencia, incluirá tanto:
La agresividad física – manifiesta (vandalismo y agresión física)
La oculta (acoso sexual y bullying )
La agresividad verbal (insultos, apodos, amenazas)
Las simbólica (aislar intencionadamente a otros niños, promoción de rumores y calumnias)
Las conductas disruptivas en el aula y los problemas de atención – se relacionaría con la hiperactividad, la impulsividad, problemas de disciplina, y falta de habilidades sociales en los procesos de comunicación-, que no dejan de ser un comportamiento antisocial pero sin manifestación física de la agresividad. (Olweus D., 1998)
LA VIOLENCIA LLEGA AL AULA
La escuela, como institución social encargada de la transmisión de valores culturales, de la educción en la tolerancia, del desarrollo de la personalidad, las habilidades y aptitudes e incluso, el incremento de conocimientos, junto con la familia, tiene un papel fundamental. Fomentar en el proceso de desarrollo del niño su adaptación social y el logro de competencias sociales. El centro escolar se convierte en uno de sus primeros contextos distales; alejado de la familia, en el que el niño debe aprender a desenvolverse. Se debería prestar atención a lo que ocurre en las aulas, tanto en lo referido a la transmisión de conocimientos formales, como a otro tipo de aprendizajes, incluidos la relación con el profesor, como en la que se establece con sus iguales y demás personal no docente de la comunidad educativa. (Díaz Aguado MJ., 1996)
Se ha detectado dentro del marco escolar, que la violencia puede manifestarse de diversas maneras. Siguiendo a Dot O., (1988) podemos agruparlas en los siguientes:
Agresión física, real o fingida: arañar, morder, pellizcar, empujar, dar un puntapié, golpear un objeto.
Destrucción de los objetos, las posesiones o la producción de otros.
Apropiación de objetos, que va desde adueñarse por la fuerza de un objeto cuya posesión se discute hasta el robo caracterizado.
Agresiones verbales: disputas, insultos, ironías hirientes, etc. y diversas formas de rechazo.
Agresiones dirigidas contra el adulto, que asumen por lo común una forma de desafío: mala voluntad, desobediencia, infracción de las reglas del grupo, etc.”
Se hace necesario identificar y diferenciar seis tipos o categorías de “conducta violenta”:
Disrupción en las aulas;
Problemas de disciplina identificados por conflictos entre profesorado y alumnado;
Maltrato entre compañeros;
Vandalismo y daños materiales;
Violencia física -agresiones, extorsiones;
Acoso sexual.
Destacamos que la violencia con medios físicos y amenazas son más comunes entre los varones. Por el contrario, las mujeres suelen recurrir a formas de hostigamiento más indirectos, como la difamación, el rumor, la manipulación de las relaciones de amistad. Al mismo tiempo, los varones son con mayor frecuencia objeto de violencia física y de amenazas directas a diferencia de las mujeres, las cuales experimentan formas más indirectas de violencia. (Olweus.,1998; Moreno Olmedilla. MJ. ,1998).
VIOLENCIA ENTRE IGUALES: Bullying
Olweus, desde 1980 insiste en que no se debe emplear el término bullying para referirse a las situaciones en que dos estudiantes de edad y fuerza similares riñan o se pelean, donde la responsabilidad es compartida, ya que la confrontación se origina en necesidades de ambos contendientes. La situación de acosos e intimidación (bullying) y la de su víctima queda definida en los siguientes términos: un estudiante se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida durante un tiempo, a acciones agresivas físicas, verbales o simbólicas que lleva a cabo una o varias personas. Aunque en determinadas circunstancias se puede considerar agresión intimidatorio, una situación particular más grave de hostigamiento. (Ortega, R., 1997; Cerezo, 1997; Olweus, 1998). Moreno Olmedilla; 1998).
Para poder usar este término, debe existir un desequilibrio de fuerzas, un abuso de poder (una relación de poder asimétrica): el estudiante expuesto a las acciones negativas tiene dificultad en defenderse, no encuentra los medios para una confrontación de poderes ni los procedimientos para expresar su situación por la desigualdad física o psicológica. El maltrato entre iguales supone una perversión de las relaciones entre éstos, al desaparecer una de sus características fundamentales, la relación de igualdad, que es sustituida por una relación jerárquica de dominación sumisión entre el agresor y la víctima.
Hay ciertos indicadores que se utilizan para establecer el límite entre lo que es intimidación grave y lo que sólo es un mal clima de convivencia de acuerdo a lo que establece Rosario Ortega. (1997):
Que sea prolongado en el tiempo.
Que sea percibido por la víctima y el agresor como algo frecuente.
Que sea considerado por la víctima como muy dañino.
Que el agresor lo reconozca como algo cruel, aunque lo justifique de diversas formas.
Consideran que la victimización y la intimidación frecuente y prolongada, bullying, es el único de los comportamientos en el que se da un verdadero maltrato entre iguales y la más dañina de las situaciones violentas entre escolares. Se utiliza el concepto de bullying, tanto para la situación en la que un niño particular hostiga a otro, como aquélla en que el responsable de la agresión en todo un grupo. Asimismo, es natural considerar el acoso de un solo estudiante y el que lleva a cabo un grupo como fenómenos estrechamente relacionados; a pesar de que puedan existir diferencias entre ambos. Es razonable esperar que la agresión de un grupo de compañeros sea más desagradable para la víctima y que le produzca mayores daños morales. (Ortega, 1997; Cerezo, 1997; Olweus, 1998; Moreno Olmedilla; 1998).
La intimidación requiere:
Un “matón”: el niño o grupo que perpetra las acciones negativas u ostenta violencia.
Una “víctima” o blanco de intimidación: el niño sujeto a la violencia. Ser intimidado e intimidar a los demás prueban ser factores relativamente independientes uno del otro.
Los bullies se caracterizan por una fortaleza física superior, pueden considerarse líderes y sinceros, mantener una autoestima normal, ejercer escaso autocontrol en sus relaciones sociales, percibir su ambiente familiar concierto grado de conflicto y mantener una actitud negativa hacia la escuela y un bajo rendimiento. Mientras que, por otro lado, las características de las víctimas son debilidad física, pueden considerarse a sí mismos como tímidos y de escaso estatus social, escaso autocontrol en las relaciones sociales, sentir su ambiente familiar como sobreprotector y mantener una actitud pasiva hacia la escuela. (Ortega, 1997; Cerezo, 1997; Olweus, 1998; Moreno Olmedilla; 1998).
Se podría llegar a pensar que se guarda silencio porque existe la creencia de que hablar de malos tratos entre compañeros es delatar. Quizá, una de las razones sea que los adultos no dan la oportunidad a los niños de exponer las dificultades que encuentran en sus interacciones pues se focalizaría la atención en cuestiones académicas. Del mismo modo, las víctimas podrían sentirse demasiado avergonzadas como para admitir su situación ante el grupo. (Moreno Olmedilla., 1998).
Los niños sumisos son frecuentemente víctimas de violencia y son fáciles de manipular. Muchos de ellos, sufren conductas severas de victimización por los otros niños. Además, se han caracterizado como niños con baja autoestima en diferentes áreas, con una tendencia a aislarse, ansiosos, cautos, sensitivos y temerosos de los otros niños. Muchos de estos niños tienden a no defenderse llegando a ser objetivos fáciles. Los niños rechazados sumisos perciben una mayor soledad que los rechazados violentos, así como una mayor preocupación por la humillación y el rechazo. Incluso, carecen de asertividad social y tienen, además, bajos niveles de integración social. Este patrón no produce rechazo en los primeros años de la escuela primaria, pero sí en los posteriores; cuando la conducta de retraimiento social extremo es más importante para el grupo. (Cerezo, 1997; Olweus, 1998).
Consideramos que la violencia infantil, como parte del clima educativo y las relaciones interpersonales de los niños con sus iguales y con los adultos, que tienen lugar en los distintos contextos en los que se desenvuelven -escuela, familia, vecindario-; sería el resultado de un inadecuado proceso de socialización. Estas conductas violentas iniciales, lejos de ser sustituidas por otras estrategias y habilidades prosociales, son reforzadas y llegan a constituir una pauta habitual de comportamiento. En este proceso estarían influyendo diferentes factores, desde los hereditarios; innatos o biológicos, los psíquicos, hasta los que están definiendo las características de los contextos de convivencia y por lo tanto, de socialización. Sería uno orígenes de la violencia, que surge a raíz del escaso o erróneo desarrollo de la competencia social que todo niño debe poseer para la adecuada adaptación a su entorno físico y social. (Cerezo E., 1997)
INTERVENCIONES EDUCATIVAS
Las competencias sociales son un conjunto de habilidades, capacidades, destrezas, relacionadas a la conducta del niño, adolescente o adulto que le permiten relaciones positivas consigo mismo y con los otros. Las habilidades sociales están consideradas como respuestas o hábitos adquiridos por el aprendizaje que sirven para resolver problemas interpersonales. El aprendizaje lo entendemos como un proceso autoestructurante de carácter biopsicosocial, que nos permite reorganizar nuestra conducta, superando funciones anteriores. Mientras más temprano se inician los procesos de autoeducación, mejor serán los resultados. Prioritariamente la familia y la escuela deben encarar la formación de las competencias emocionales y sociales en niños y jóvenes y promover una autoeducación permanente; desde que nace hasta que muere. Entendidas, estas como las complejas capacidades, integradas en diversos grados que la escuela debe formar en los niños, para que puedan desempeñarse como sujetos responsables, creativos, sabiendo ver, hacer, actuar y disfrutar, evaluando, eligiendo, y haciéndose cargo de sus decisiones
Las intervenciones educativas en el marco de las situaciones de inadaptación social persiguen básicamente generar un proceso donde se produzcan una serie de interrelaciones activas entre el niño (sujeto de la intervención) y el medio educativo, entendido como el mismo educador que actúa en esta relación, pero también como el espacio amplio donde se dan y tienen lugar estas acciones educativas, con la intención de producir y provocar dinámicas en el niño que, al fin y al cabo, impulsen hacia formas más sanas y adecuadas de relación con él mismo y con el grupo social de referencia. Estas interrelaciones entre el niño y el educador tendrán que permitir progresivamente que éste se convierta en mediador entre la significación de la realidad del niño o del joven y las nuevas informaciones y escenarios que les permitan integrar otras formas de relación social más satisfactorias así como otras experiencias y modelos. Por tanto, la intervención educativa deberá trabajar e incidir en la construcción de contextos ricos y variados y en la configuración consciente de nuevos escenarios para generar procesos personales y de cambio en el niño/a, a partir de la vivencia de nuevas experiencias que le permitan elaborar nuevas realidades y significaciones de estas realidades.
La vida cotidiana es un elemento educativo básico, un momento especialmente privilegiado y es, en definitiva, el contexto que ha de facilitar y organizar el tiempo, los espacios y los recursos para proporcionar y potenciar en los chicos y chicas experiencias significativas que les posibiliten vivir todo lo que hacen, todo lo que ven, sienten y reflexionar sobre ello. Será necesario crear escenarios, situaciones artificiales con el objetivo de que se desarrolle la dimensión social y con ella un ambiente real de convivencia. En cualquier caso, la vida cotidiana, según cómo se mire, hace de espejo de lo que poco a poco se va consiguiendo o de aquello que se debería haber conseguido y sobre lo cual será necesario continuar incidiendo y abordando tanto desde la esfera individual como grupal.
Tan importante es trabajar para la creación de vínculos y la relación personal, como trabajar para la creación de diferentes marcos de convivencia, aprendizaje y otras formas de relación social. La acción educativa tendrá que ir orientada a plantear, extraer y/o ayudar a sacar en el niño o joven las cuestiones vitales que le preocupan y que le bloquean, de manera que esto le permita tomar conciencia de su situación, de sus carencias y necesidades haciendo un ejercicio de conocimiento, comprensión crítica y elaboración de su realidad personal.
AFRONTAR LA VIOLENCIA ESCOLAR
El “modelo ecológico” establecido por Bronfenbrenner (1979) que parece ser el más adecuado para reducir el riesgo de que surja la violencia escolar. En el mismo realiza una diferenciación en cuatro niveles:
El microsistema familiar: Una gran parte de la violencia que existe en nuestra sociedad tiene su origen en la violencia familiar. La intervención a través de la familia es especialmente importante porque a través de ella se adquieren los primeros esquemas y modelos. En torno a los cuales se estructuran las relaciones sociales y se desarrollan las expectativas básicas sobre lo que tienen una gran influencia en el resto de las relaciones que se establecen.
El mesosistema de los niños: La cantidad y calidad del apoyo social del que una familia dispone, representa una de las principales condiciones que disminuyen el riesgo de violencia, puesto que dicho apoyo puede proporcionar:
Ayuda para resolver los problemas;
Acceso a información precisa sobre otras formas de resolver los problemas;
Oportunidades de mejorar la autoestima.
De acuerdo al principio básico planteado por el enfoque ecológico, una importante línea de actuación para mejorar la eficacia de la educación en la prevención de la violencia, es estimular una comunicación positiva entre la escuela y la familia, comunicación que resulta especialmente necesaria para los niños con más dificultades de adaptación al sistema escolar y/o con más riesgo de violencia.
El macrosistema social: determinadas actitudes y creencias existentes en nuestra sociedad hacia la violencia y hacia los diversos papeles y relaciones sociales en cuyo contexto se produce (hombre, mujer, hijo, autoridad, o personas que se perciben como diferentes o en situación de debilidad), ejercen una decisiva influencia en los comportamientos violentos. De lo cual se deriva, la necesidad de estimular cambios que favorezcan la superación de dichas actitudes; entre los que cabe destacar, por ejemplo:
El exosistema (los medios de comunicación): nos ponen en contacto casi permanente con la violencia, con la que existe en nuestra sociedad y con la que se crea de forma imaginaria. Probablemente, por eso son considerados con frecuencia como una de las principales causas que origina la violencia en los niños y en los jóvenes.
1) Los comportamientos y actitudes que los niños observan en la televisión, tanto de tipo positivo (la solidaridad, la tolerancia.) como de tipo negativo (la violencia.), influyen en los comportamientos que manifiestan inmediatamente después. Se detecta una tendencia significativa a imitar lo que acaban de ver en la televisión. De lo cual se derivan dos importantes conclusiones:
2) La incorporación de la tecnología audiovisual (televisión, cine, vídeo) al aula de clase puede ser de gran utilidad como instrumento educativo para prevenir la violencia, proporcionando un excelente complemento de otros instrumentos (los textos, las explicaciones del profesor).
MALTRATO EN LA INFANCIA Y ABUSO SEXUAL INFANTIL
El tema del abuso sexual infantil forma parte del maltrato a la infancia guardando estrecha relación no solo con la violencia intrafamiliar, sino también con la social. Estas son temáticas estrechamente interrelacionadas y bastante observadas en las investigaciones.
Si bien es cierto que estudios recientes indican que los adultos (especialmente las mujeres de quienes se obtiene la mayor parte de la información) que fueron sexualmente abusadas de niñas, tienen dañada su autoestima, incluida la autoestima sexual, en la práctica se observa cada vez más niños varones en la misma situación.
La construcción social de la masculinidad favorece la aparición de conductas violentas en torno a lo sexual, asociadas con la conquista, el ejercicio del poder y la agresión. Mientras que la feminidad se basa en la no-posesión de sus cuerpos en término de derechos, de placeres, de expresión física o mental, dando como resultado la indefensión.
Esta ignorancia forzosa, lleva a las mujeres a la impotencia y la indefensión aprendida, no pudiendo definir lo que quieren sino estar a los servicios de los demás, se las condiciona a la incapacidad de cambiar situaciones de injusticia hacia ellas mismas, de pensar alternativas y de poder independizarse de la situación abusiva varón.
Las graves injusticias y agresiones infligidas en la niñez dejan sus marcas para el futuro, dado que la imposibilidad de defenderse y articular su rabia y su dolor, hacen que estas experiencias no puedan ser integradas a su personalidad y la hostilidad inconsciente habitualmente se dirigirá contra sí misma; bien contra su cuerpo (somatizaciones crónicas, drogadicción, alcoholismo, bulimia etc.) o bien contra quién considera de su creación y parte de ellas mismas.
Si bien no se cuenta con datos estadísticos que nos corroboren la probabilidad de que niño/as abusados en la infancia puedan llegar a ser futuros abusadores adultos, los trabajadores sociales encuentran cada día más esto en la práctica cotidiana.
Dado la alta tasa de ofensores sexuales que son denunciados frecuentemente, se podría pensar en un estudio integral que privilegie no solo la posible rehabilitación de los mismos, sino también una investigación minuciosa y exhaustiva sobre estos patrones de conductas y los traumas tempranos en la infancia.
Privilegiar la escucha, de estos niños/as abusados sexualmente, en un marco de contención y de trabajo interdisciplinario, no es poca cosa ya que como se dijo, al inicio del presente trabajo “apostamos a incentivar y apoyar a los niños para que sean ellos mismos protagonistas de su propio desarrollo”. Cómo llegar a esto sí primero no son escuchados y atendidos desde su propia subjetividad.
Por este motivo, por sobre todas las cosas debemos privilegiar la escucha en un marco de contención. Debido a que la Ley del silencio es lo que lo sostiene y lo perpetúa en el tiempo. La lealtad invisible es lo que lo impulsa el abuso a repetirse en el tiempo transmitiéndose transgeneracionalmente. En esta ley del silencio entramos todos, en la medida que ignoramos o no comprendemos este vinculo invisible.
Para romper este silencio necesitamos más el trabajo en redes y del trabajo interdisplinario, no solo un trabajo de contención a las victimas, sino también tratamientos rehabilitadores para los victimarios junto con la reparación y la justicia sobre el daño ocasionado.
PAUTAS GENERALES DE PREVENCIÓN
Lograr que los niños/as adquieran seguridad y autoestima. Los niños menos propenso al abuso son los de más alta estima
Evitar todo modo de agresión (ej. tirar el pelo, o golpear la cabeza)
Tratar cotidianamente el concepto de derecho. No verlo ni verse como victima de abuso sino como alguien cuyo derecho ha sido violado (s/convención ONU)
Hablar con precisión sobre lo que es el abuso sexual
Enseñar a reconocer los diferentes tipos de caricias
Educarlos en el respeto por el cuerpo “mi cuerpo es mi territorio”
Aprender a decir “No”
Enseñarles que hay secretos que no pueden quedar como secretos, por ej.: que alguien quiera acariciar sus partes intimas
Los niños deben saber que hay personas que lo aman y lo protegen
BREVE INTRODUCCIÓN AL DERECHO DEL MENOR
Derecho de Menores es la rama del derecho que, tomando en consideración la calidad del sujeto en razón de su especificidad, regula las relaciones jurídicas e institucionales referidas al menor de edad. Podemos destacar su carácter tutelar y protectorio que orienta sus normas y pertenece a la esencia de esta rama del derecho. Es una rama autónoma y es especifica en cuanto a la protección integral del menor y su interés superior Dicha protección comienza desde la concepción y finaliza con la mayoría de edad a los 21 años y esta compuesta de tres dimensiones:
Plano o dimensión Jurídica: determina que es lo debido individualmente a cada menor y a los menores en general, que es lo exigible del menor en cada caso, quienes son los sujetos obligados y cuales son las consecuencias jurídicas del incumplimiento de tales deberes.
Plano o dimensión psicosocial-pedagógica: constituye la realidad del menor y su medio familiar, social y cuyo análisis permitirá individualizar y dimensionar las notas características de la personalidad del menor, el grado de integración y armonía de su grupo familiar, los factores nocivos, obstaculizantes y estimulantes del contexto social, sus pautas culturales y en consecuencia individualizar la necesidades concretas que deben ser satisfechas y los núcleos problemáticos sobre los que debe actuar la actividad protectora tanto asistencial como preventiva.
Plano o dimensión instrumental: referido a la organización de los medios y recursos humanos y materiales disponibles para la actividad protectora, con el objeto de actuar eficientemente sobre los datos de la realidad.
Reglamentación del Derecho de Menores:
La Constitución Argentina incluyo al tratado del cual forma parte: la Convención de los Derechos del Niño en su Art. 75 inciso 22.
El Gobierno Nacional mediante la ley 26.061 sancionada el 28 de septiembre del año 2005, adecua principios y derechos de la Convención.
Teniendo en cuenta que el trabajo expuesto se realizo en una fundación del ámbito del Gran Buenos Aires, nos vamos a referir a la política y políticas sobre Minoridad en la Provincia de Buenos Aires
La provincia de Buenos Aires, todavía no ha reglamentado los derechos, principios y garantías establecidos en la Convención de los Derechos del Niños e incluidos en nuestra Constitución Nacional, por lo tanto rige la ley 10.067 del Patronato de menores sancionada el 25 de octubre de 1983 y dice:
Art.1 El Patronato de Menores en jurisdicción de la provincia de Buenos Aires es ejercido
en forma concurrente y coordinada por los jueces de menores, asesores de incapaces y la Subsecretaria del menor y la Familia, en cada cabecera de partido.
Art.2: A los efectos del ejercicio coordinado del patronato de menores se entenderá que:
El juez tiene competencia exclusiva para decidir sobre la situación del menor en
estado de abandono o peligro moral o material, debiendo adoptar todas las medidas tutelares necesarias para dispensarle amparo.
El asesor de incapaces en su carácter de representante del menor y de la sociedad se halla investido de todas las atribuciones necesarias para controlar el efectivo cumplimiento de las normas destinadas a protegerlo.
La Subsecretaria es la encargada de planificar y ejecutar por si o a través de las municipalidades, la política general de la minoridad, tanto en su aspectos preventivos cuanto a los relativos a la formación y reeducacion de los menores internados en establecimientos de su dependencia o contralor, en ejecución de los mandatos de los tribunales del fuero. En cada Departamento Judicial de La Provincia, habrá una Delegación de la Subsecretaria del Menor y la Familia, su sede la tendrá en la cabecera departamental.
Fuero de Menores:
Son Juzgados de menores, dado que es un solo juez el interviniente.
Art.6: El fuero judicial para menores esta integrado por jueces y asesores con actuación exclusiva ante el mismo.
Art.6: el asesor de incapaces es parte esencial en el procedimiento y su intervención no cesara por la designación de un defensor particular.
Art.7: Los secretarios cumplimentaran todas las medidas que ordene el juez y podrán por si requerir documentos e información de conformidad con el estado de la cause y dictar las providencias de mero tramite.
Art.8: Cada juez será asistido por personal técnico constituido por un medico especializado en psiquiatría infanto-juvenil, un auxiliar psicológico y asistentes sociales con titulo habilitante reconocido oficialmente.
COMPETENCIA DE JUECES DE MENORES
En lo que a la investigación se refiere, exponemos algunos incisos del Art. 10 inherentes a la competencia del juez de menores en cuanto al aspecto asistencial y tutelar de los cuales son acreedores todos los menores y por consiguiente los analizados en la fundación.
Inciso b) dice que es de competencia del Juez de menores :
Cuando la salud, seguridad, educación o moralidad de menores de edad se hallare comprometida por actos de inconducta, contravenciones, o delitos de sus padres, tutores, guardadores, o terceros, por infracción a las disposiciones referentes a la instrucción y al trabajo, cuando por razones de orfandad yo cualquier otra causa, estuviesen material o moralmente abandonados o corrieren peligro de estarlo, para brindar protección y amparo, procurar educación moral e intelectual al menor y para sancionar, en su caso, la inconducta de sus padres, tutores, guardadores o terceros, conforme a la leyes que rigen en minoridad y a las disposiciones de la presente.
Inciso f) en las contravenciones cometidas por adultos en perjuicio de menores, con auxilio o compañía de estos.
El juez procederá, teniendo en cuenta la situación de estos menores , en forma general, de acuerdo a los siguientes artículos:
Art. 22. Tomara contacto directo con cada uno de los menores a su disposición, orientando el dialogo primordialmente al conocimiento de las particularidades del caso, de la personalidad. Con todos estos antecedentes compilará una ficha medica individual que será completada con exámenes anamnesicos, psicológicos y personalidad del menor y del medio familiar y social en que se desenvuelve.
Art. 23. El informe medico psicológico versara sobre las condiciones de salud del menor, sus antecedentes hereditarios, y las enfermedades padecidas por el y sus familiares directos. Deberá consignar, igualmente, datos antropológicos, la diagnosis y el respectivo pronostico, las características psicológicas del menor y un dictamen acerca del destino y ocupaciones apropiadas a su psiquiátricos necesarios para determinar la personalidad del menor.
El juez procederá teniendo en cuenta la parte asistencial de estos menores analizados de acuerdo a los siguientes artículos:
Art.40: el juzgado con citación del asesor, oirá al menor y adoptara medidas pertinentes previstas en esta ley, disponiéndose reciba en el termino de 15 días la información del caso. Con su resultado dará vista al asesor para que en el plazo de tres días se expida sobre el destino del menor y eventualmente solicite la aplicación de sanciones para los responsables de la situación causante.
Art.41: En caso que el asesor solicite aplicación de sanciones respecto de los padres, tutores o guardadores, se dará a estos traslados de la petición por termino de 10 días para que con asistencia letrada particular, o el defensor de pobres y ausentes en su caso, contesten al requerimiento, ofreciendo las medidas de prueba que consideren necesarias y que el juez proveerá en cuanto estime conducente para el esclarecimiento de los hechos, fijando el plazo en que deberán ser producidas
42. Producida la prueba, el juez dictara la providencia de autos y consentida, resolverá dentro de los 10 días, en forma fundada y de acuerdo a su convicción sincera:
destino del menor conforme a las medidas de seguridad y ampara regladas en las leyes nacionales y provinciales de la materia
Las sanciones que correspondan imponer a los padres, tutores o guardadores.
Con relación a las entidades Privadas de Protección al Menor la ley dice:
Art.106: La Subsecretaria del Menor y La Familia podrá celebrar convenios con entidades privadas a los fines del cumplimiento de la presente ley
Art.107. La subsecretaria del Menor y La Familia ejercerá el control de todos los establecimientos privados de protección al menor ubicados dentro de la provincia
Art.108: Las entidades privadas de protección la minoridad deberán sujetar su acción preventiva, asistencial o educativa a las normas y reglamentaciones vigentes en la Provincia.
Art.109: En caso de incumplimiento por parte de las entidades privadas de las obligaciones a las que se hallan sujetas, la subsecretaria del Menor y la Familia podrá disponer.
Su intervención a los efectos de normalizar el funcionamiento.
La clausura temporaria por un término no mayor de 60 días.
Solicitar su clausura definitiva y cancelación de su personería jurídica.
Art.110: en caso de disolución o extinción de las entidades privadas a que se refiere esta capitulo, sus bienes pasaran a la Subsecretaria del Menor y la Familia, siempre que no tuvieran otro destino fijado en sus Estatutos.
Toda persona en conocimiento de alguna situación de riesgo del menor debe denunciarlo en la fiscalía o directamente en el Juzgado de Menores. Todo profesional tiene el deber de hacerlo.
POLÍTICA SOBRE MINORIDAD Y POLÍTICA FAMILIAR
EL accionar integral estatal debe derivarse del estudio metodológico de la problemática minoril, la detección de los factores que inciden en su perturbación o en la frustración del pleno desarrollo del menor y la implementación de medios tendientes a asegurar la culminación de su formación personal, actuando sobre esos factores. Esta política integral sobre minoridad debe necesariamente comprender y armonizarse con la política familiar, en tanto la familia constituye el elemento básico formativo donde se forja la personalidad del menor. Fallas en dicho elemento básico genera conductas minoriles desviantes, algunas conformadoras de delitos y otras no. Esta política familiar, no se refiere únicamente al grupo familiar en riesgo, desestabilizado o mal constituido sino que debe tender primordialmente a la adopción de medidas preventivas tendientes a fortalecer el grupo desde su inicio para prevenir el deterioro y lograr su funcionamiento estable y cohesionado. Esta actividad protectora familiar por parte del Estado tiene su consagración constitucional en el Art. 14 bis., como el reconocimiento de afianzar al grupo social básico, ámbito natural e insustituible de la formación personal del menor
En la provincia de Buenos Aires, recién a partir de 1991, se crea como fuero dedicado específicamente a la Familia los tribunales orales, compuestos por 3 jueces colegiados, el consejero, secretario y pro-secretario, todos abogados, personal administrativo y equipo técnico interdisciplinario, compuesto por un psicólogo, asistente social y medico. El fuero de familia tiene dos etapas bien definidas, distintas una de otra: la etapa previa, es la que tiene por misión aconsejar a las partes, asesorar sobre los derechos y lograr la conciliación para evitar juicios, actuando dentro del marco del derecho, haciendo intervenir al equipo técnico para que reciban tratamiento del que venga al caso. El consejero eleva el informe al juez quien homologa lo acordado o en su defecto comenzara el juicio.
Cabe señalar que en el fuero de familia, el menor es uno mas del grupo familiar, en tanto no deba intervenir al asesor de menores quien remitirá la situación al juez competente
El fuero de menores en cambio, el menor es el sujeto titular de deberes y derechos.
De todo lo expuesto, se deduce que la problemática minoril en Provincia de Buenos Aires, teniendo en cuenta su progreso continuo y la cantidad de habitantes que la componen, necesitara una gran estructura social que brinde desde el Estado los recursos económicos necesarios para prevenir que niños en situación de riesgo hoy, tengan conductas desviadas en el futuro y por otro lado, proveyendo a los juzgados de amplios equipos multidisciplinarios que puedan elaborar estrategias de seguimiento de ese menor y su entorno familiar, para darle la posibilidad y herramientas de construir su subjetividad a partir de otra realidad.

CONCLUSIÓN
NUESTRA FUNCIÓN COMO AGENTES DE CAMBIO, DESDE EL PUNTO DE LA IDEOLOGÍA
Es importante la referencia a nuestra labor profesional comprometidos con los necesarios cambios sociales, y no convertirnos en cómplices de este sistema social injusto, desigual y marginalizador. Vincularnos con los otros, en este caso con los niños en riesgo, desde la solidaridad.
Estamos viviendo en un país, y en un mundo donde nos han inculcado la imposibilidad de generar algún cambio. Nuestra profesión debe intervenir, desde un pensamiento crítico y muy profundo, llevándola más allá de una práctica observable y palpable, salir de la alineación de un pensamiento repetitivo y lineal
Preguntarnos de donde viene esta realidad, y porque perdura, si a todos nos parece inmoral esta marginación inaccesible a un explicación coherente.
De que forma, eso que nos ha sucedido en un pasado, definen el presente de hoy y nos proyectan hacia un futuro sin esperanzas.
Ha pasado una larga historia en la Argentina en el cual, la gran mayoría acordamos que no la queremos nunca más, pero si nos falta algo, reflexionar en cómo reconstruimos todo un conjunto de valores que han sido destruidos y nos han habituado a convivir con hechos y circunstancias que se nos representan como resignadamente normal, que nosotros nada tenemos que ver, sino los políticos o los profesionales, o el estado, o la medicina, o a quien le corresponda en algún momento y lugar algo de lo que vamos padeciendo
Como profesionales psicólogos tenemos la gran responsabilidad de reconstruirnos y de ver las huellas y marcas que nos han dejado hechos aberrantes y cuyas consecuencias vivimos de a diario, un espectáculo cruel a nuestros ojos de ver chicos mendigando, trabajando de noche, limpiando los vidrios, pasando la gorra por las avenidas, para seguir subsistiendo en una selva despiadada.
Reflexionar en grupo, sobre los olvidos de una historia pasada, donde toda una gran sociedad ha tenido responsabilidades en grados diferentes, pero todos fuimos responsable de que hayan sucedido, y lo que es peor, no lo llevemos al análisis, de porque se consintió en actos aberrantes durante tantos años. Ahora también presenciamos cuadros patéticos, aparecen las fundaciones donde solidariamente tratar de reparar las cosas que no deberían ocurrir y siguen ocurriendo.
Si bien las fundaciones serán una forma de aliviar y reemplazar las carencias de un estado, Es el estado que debe proteger a esas familias olvidadas. Y ese Estado somos nosotros mismos.
Cualquier enfoque psicológico que intente explicar la problemática de la niñez, de sus carencias, de la violencia, de la agresividad, recae en las familias como dadora de las necesidades básicas del niño, y especialmente en la mamá.
Nutrición, afecto, educación y los lazos familiares como principio y gran motor para el desarrollo de una personalidad emocionalmente madura.
Estos trabajos en la fundación con niños en situación de riesgo social, trabajos conjuntos, interdisciplinariamente, tenemos la obligación de llevarlo a un contexto mucho mas amplio y llegar a las raíces del problema.
Las fundaciones deben existir, pero hoy, aquí y ahora, porque el problema ya está, pero no deben crecer, deben ser fundaciones situadas en un tiempo cuya vida debe ser lo mas corta posible.
Promover un cambio social es obligación de aquellos que conducen los destinos de un país y del cual somos participes responsables y no exigirlo, debe llamarnos a la reflexión del porque no se discute, porque de eso no se habla, “por algo será”, “algo hicimos y habrán hecho” para llegar a esta situación. Y lo que estamos haciendo ahora, como profesionales de la salud, es no ir al análisis profundo del contexto social en el cual desarrollamos nuestra profesión y nuestra vida.
Preguntarnos como psicólogos, que crecimos en el silencio de una sociedad temerosa, “de esto no se habla”, ¿Cómo no nos preguntamos sobre las marcas que nos han dejado, los últimos años vividos bajo una dictadura? ¿Como no cuestionarnos sobre nuestra conducta a toda una generación que crecimos en el horror de la impunidad? Nuestro pasado, es la marginación “aceptada” del hoy
¿Que nos pasó como sociedad para llegar a esta realidad de gente marginada, sin trabajo, jóvenes que se van a otros países, hombres y mujeres sin esperanza de futuro, sin trabajo, ¿Qué nos sucede como psicólogos que no pensamos como somos, que nos pasa con nuestra solidaridad?
Si bien el bulling existe en los sectores marginales, existe el mobbing, en el trabajo, en los hospitales, y en las docencia universitaria, no es una cuestión de clase social, y que su mayor sostén, es el silencio cómplice de los propios compañeros, de la familia, del colegio, de trabajo, de docentes. Por eso existe el abuso de poder, por este silencio cómplice que no nos es extraño, que nos viene formando de toda una generación a quien se le inculcó el “no te metas” y es así, “no nos metemos” “no pedimos explicaciones” nos sometemos a personalidades autoritarias muy fácilmente, como tan fácilmente delegamos en algún chivo emisario “se lo buscó” y tratamos de salir como podemos, cada uno como puede, en soledad en el individualismo, en el rápido olvido para aliviar culpas.
Detrás de un niño carenciado material y afectivamente, al que no les respetamos sus derechos, hasta los más esenciales, hay una familia a la que diariamente no respetamos, porque le privamos de lo más esencial para su vida: trabajo, salud, educación.
Constantemente lo vemos en la calle, una franja marginal que crece día a día, la falta de trabajo, la explotación de los niños en los trabajos nocturnos. Niños entre 5 y 15 años que en su mayoría vemos revolviendo basura, haciendo malabarismo con 3 pelotita a cualquier hora, con frió, vendiendo estampitas, corriendo riesgos entre los coches, fumando o aspirando bolsitas de pox-iran.
Estas cosas también son nuestra responsabilidad.
Estos chicos que ya tienen “la identidad de la calle” son nuestra responsabilidad
Niños cuya vida transcurre en un ámbito que nada tiene que ver con la infancia que leemos en los libros, esa infancia inocente, frágil, dependiente, que aun existe en familias privilegiadas, pero que no pueden evitar sufrir los coletazos de las familias marginales, que viven a pocos metros de sus casas.
El trabajo de la fundación, es importante y en cierta forma puede prevenir un mal mayor, pero lo que pasó, ya no puede volverse atrás, La fundación le brinda momentos de contención, de comida, de abrigo, pero luego tienen que volver a la fría calle o a sus humildes hogares, donde tienen un fuerte arraigo, con serios deterioros de la salud psíquica y mental. Al lugar donde han construido su propia identidad, han aprendido los códigos de la calle, con grupos de pertenencia muy fuertes, porque de esa forma han aprendido a sobrevivir.
Cuando vienen a la fundación o a las escuelas, si bien en algo puede servir para saber que hay otro modo de vida, otros códigos, es para la gran mayoría de ellos como un “mundo artificial” al que han aprendido también a sobreadaptarse, a comportarse de otra forma, porque han aprendido que en cada lugar, la conducta y la respuesta que de ellos se espera es otra.
En los hogares, o en las fundaciones que se han formado últimamente, no hay personal preparado para la atención de cada caso individual, es muy común sentir “son familias abandónicas”, “familias que no se ocupan”, “madres que no les importa”, y se pierde la posibilidad que pueda surgir el verdadero tipo de relación que guardan con sus familias de origen y sus aspectos buenos, aspectos necesarios a rescatar. No poder discriminar, saber que cada uno es una obra única, irrepetible, original, los deja en un lugar de dependencia de aquellos que nos pensamos como poseedores de la salud.
Es frecuente escuchar como se califica en forma totalmente nociva, a las familias como enfermas, y obviamente excluirnos de cualquier tipo de participación en la “enfermedad” de dichas familias. Encontrar lo sano, los aspectos buenos, los aspectos creativos, a pesar de vivir en un contexto adverso, es nuestra obligación. Descubrir y fortificar esos aspectos y a su vez que nos sirvan de modelo para nuestro propio crecimiento como personas y como profesionales. Tal vez podamos ver, que en ciertas situaciones muy difíciles, han hecho las cosas mejor que nosotros, en una sociedad que nos ha facilitado, parte de lo que a ellos se les ha negado sistemáticamente.
Si algo debemos rescatar de todo esta labor en la fundación, es haber encontrado un grupo de trabajo, un grupo preocupado por saber, por tratar de hacer las cosas bien, por solidarizar sus conocimientos, por preocuparse de charlar con otros las cosas que les preocupan y por mirar más allá de nuestra tarea específica, y que hoy nos reúne: los niños en riesgo.
Y no es lo único que se reflexionó, se profundizó en otros aspectos sociales, que no es el tema que hoy nos convoca, se formó un grupo de trabajo que busca el crecimiento en compañía, la reflexión con otros y la búsqueda de profundizar para tocar la médula del problema, Es un buen intento y una esperanza de cambio. Solo, nada podremos transformar.

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