XV CONGRESO INTERNACIONAL DE LA ASOCIACIÓN LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA (ALADAA) –  Auspiciado por La Universidad del Desarrollo, Facultad de Gobierno y la Universidad Adolfo Ibáñez, Facultad de Artes Liberales. Santiago, Chile, los días 12, 13 y 14 de enero de 2016.

Enero de 2016 – Santiago de Chile


Presentación interactiva en Prezi


Simposio:
La Investigación en América Latina sobre la Cooperación con Asia y
África para el siglo XXI
Ponencia:
Modelo Sudafricano del Apartheid dentro de un contexto global de
Mediación comunitaria.
Autoras: De Méstico Rosana, Kesque Jorgelina, Peré Evelina


Abstract:
Los nuevos desafíos presentan, en el escenario globalizado, perspectivas postcoloniales de cooperación que evidencian alternativas de resolución de conflictos. El presente trabajo aborda el proceso de mediación a partir del Apartheid y los esquemas de mediación que se instauraron en América Latina, teniendo en consideración la replicación globalizada de los mismos.
A partir del modelo sudafricano profundizamos en un análisis comparativo con un centro de mediación comunitaria en el conurbano bonaerense. Se exploran nuevas opciones estableciendo un escenario de cooperación sur-sur según los modelos implicados en la dinámica de la resolución de conflictos y la necesidad del proceso de mediación.


INTRODUCCIÓN
Los grandes cambios sociales, políticos, económicos y culturales de los últimos tiempos, han llevado a la fragmentación y vulnerabilidad social que produjeron nuevas respuestas, entre ellas la mediación comunitaria, útil en la resolución de conflictos que se establecen en las relaciones sociales.
En estos últimos años fuimos observando cómo fueron complejizándose los requerimientos y necesidades de las personas afectadas por la convivencia cotidiana, incrementándose el nivel del conflicto y la diversidad de los mismos, teniendo el equipo de trabajo la necesidad de exigirse al máximo en cuanto a la utilización de herramientas procedimentales y articulación con la red de instituciones existentes.
La mediación comunitaria, concebida como un programa social, promueve la gestión, resolución y transformación pacífica de los conflictos. Es una invitación a la participación comunitaria y una verdadera contribución a la paz social. La UNESCO la universalizó proclamando, el 2000, “Año Mundial de la Cultura por la Paz” y generando un proceso de cooperación globalizada que ha permitido que muchos países constituyan organizaciones de mediación.
Los nuevos desafíos del siglo XXI presentan, en el escenario globalizado, nuevas perspectivas postcoloniales de cooperación que evidencian alternativas de resolución de conflicto. El presente trabajo, aborda el proceso de mediación, a partir del Apartheid y los nuevos esquemas de mediación que se instauraron en América latina, teniendo en consideración la replicación globalizada de los mismos.
Después de la formación de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, al final del Apartheid en Sudáfrica, otras Comisiones se han constituido en algunos países africanos, para sanar la memoria y reconciliar los grupos que estuvieron enfrentados. Se muestra la manera como se han venido rescatando los valores universales y permanentes de ese elemento esencial de la cultura africana que es la mediación. A partir del modelo Sudafricano se profundiza en un análisis comparativo con un centro de mediación comunitaria en el Conurbano Sur Bonaerense.
Se exploran y analizan nuevas opciones deseables y legítimas, estableciendo un escenario de cooperación Sur-Sur según los modelos implicados en la dinámica de la resolución de conflictos y la necesidad o existencia del proceso de mediación.
DESARROLLO
Antecedentes históricos de la Mediación
Moore (1995) hace un recorrido histórico de la mediación, partiendo desde la Biblia que afirma que Jesús es un mediador entre Dios y el hombre. Las iglesias y el clero a menudo han sido mediadores entre sus miembros o frente a otros litigantes. Hasta el Renacimiento, la Iglesia Católica fue probablemente la organización fundamental de mediación y administración de los conflictos en la sociedad occidental. El clero mediaba en las disputas de familia, los casos penales y las diferencias diplomáticas entre miembros de la nobleza.
Los tribunales rabínicos judíos eran fundamentales para la protección de la identidad cultural y aseguraban que los judíos contasen con un medio formalizado de resolución de las disputas. En muchos lugares los judíos se veían impedidos de acceder a otros medios de resolución de las disputas a causa de su religión. Con el ascenso de los Estados-naciones, los mediadores asumieron nuevos roles como intermediarios diplomáticos formales y seculares. La práctica de la mediación no se limita a la cultura occidental, ha sido utilizada incluso en China y Japón, donde la religión y la filosofía asignan mucha importancia al consenso social, a la persuasión moral y a la armonía en las relaciones humanas. La mediación ahora se practica ampliamente en la República Popular China a través de las Comisiones Populares de Conciliación.
América Latina y otras culturas hispánicas también tienen una historia de arreglo de las disputas a través de la mediación. Lederach (2007) describe otro modelo de mediación en la cultura hispánica, por ejemplo el Tribunal de las Aguas en España. La mediación también se utiliza en África, en algunas aldeas árabes de Jordania, en Melanesia, las aldeas Tolai de Nueva Bretaña, también en las colonias norteamericanas y en los Estados Unidos.
En general, la mediación históricamente y en otras culturas ha sido practicada por personas dotadas de entrenamiento informal, y el rol del interventor se ha dado generalmente en el contexto de otras funciones o deberes. Sólo desde principios del siglo XX la mediación ha sido institucionalizada y convertida en una profesión aceptada.
Surgimiento de la mediación en la Argentina
Desde 1973 y hasta 1995, la ciudad Capital Federal de la República contó con órganos consultivos llamados concejos vecinales (suspendidos durante los períodos dictatoriales) con escasas competencias, en los cuales los cargos no eran remunerados.
Al convertirse en Ciudad Autónoma luego de la reforma constitucional de 1994, Buenos Aires inicia un proceso político que culmina en la promulgación de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires en 1996. Dentro de un proceso de descentralización administrativa fueron creados los Centros de Gestión y Participación (CGP), que según la Ley 1.777 fueron remplazados por las nuevas comunas. Mientras tanto, se crearon quince unidades provisorias denominadas Centros de Gestión y Participación Comunal (CGPC).
Cómo se mencionó en el párrafo anterior, la comprensión, recepción y difusión del instituto de mediación, tal como la conocemos hoy, se remonta a comienzos de los 90, con una experiencia piloto en Mediación en la Ciudad de Buenos Aires. Hasta entonces se habían dado algunos desarrollos por ejemplo en el área familiar, pero entremezclándose con la terapia o asistencia. Con la sanción y promulgación de la ley nacional nro. 24.573 de 1995 que instituye la mediación prejudicial obligatoria, en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (C.A.B.A), se da un impulso notable a la instauración de los métodos A.D.R. y R.A.D. (Alternative Dispute Resolution o Resolución Alternativa de Disputas) en la Argentina. En la actualidad a los inicios del Movimiento R.A.D en la Argentina y en plena vigencia de la ley nacional, podemos afirmar que estamos en presencia de una nueva profesión, ya que la mediación día a día se afianza más y que su inserción como forma de resolver conflictos excede ampliamente los ámbitos de la comunidad jurídica, baste sólo mencionar los contextos escolares y comunitarios. Desde 1998 se comenzó a desarrollar en la Argentina la Mediación de Segunda Generación llamada Procesos Colaborativos de Construcción de Consenso para resolver conflictos multipartes, complejos y públicos.
El Centro de Mediación Comunitaria de Resolución Alternativa de Conflictos (RAC) en el Conurbano Sur Bonaerense, promueve la mediación en los conflictos entre vecinos y en diferentes ámbitos de la sociedad como alternativa a la vía judicial.
Mediación Comunitaria. Alcances del Proceso de mediación comunitaria
Es menester clarificar el alcance del procedimiento de la mediación comunitaria, para ello consideramos necesario realizar algunas precisiones que permitan comprender la dinámica, esencia y finalidad de este proceso. El conflicto es inherente al ser humano, por lo tanto es frecuente e inevitable. Favorecer la tramitación positiva de los conflictos de las partes, ofrece encuentro, en un medio ambiente que facilite tanto el testimonio como el reconocimiento y legitimación entre sí, donde se sientan protagonistas de sus decisiones y responsables de su futuro. Se trata de un espacio de aprendizaje en la participación, la asunción de responsabilidades y el compromiso que requiere la convivencia dentro de la comunidad.
La mediación y las técnicas de resolución de conflictos ofrecen la posibilidad de que el individuo realice esa toma de “conciencia social”, ya que la mediación comunitaria tiene una función educativa. Implica una transformación cultural, por eso persigue objetivos puntuales, a mediano y largo plazo respecto al abordaje de un conflicto, propiciando un cambio de conducta en las partes para resolver sus diferencias interpersonales, que impactan o inciden en la comunidad.
La mediación comunitaria está dentro de lo que se clasifica como mediación en lo social, en la que está incluida la mediación escolar, la mediación familiar y la mediación vecinal; también concierne al tratamiento de conflictos multipartes que vincula tanto intereses públicos como de la población.
Debido a los altos índices de violencia y agresividad, a partir del 2014 fue necesario pensar en nuevas estrategias de abordaje, algo que hemos calificado como “intervenciones para la Paz”.
Puede parecer que en un Centro que atiende la mediación comunitaria se ocupa de problemas menores, lo que ocurre es que nada “es menor” para quien lo padece, mucho más aun si tenemos en cuenta que además “la violencia es un monumento sobre un conflicto que no se ha sabido resolver” (según palabras del sociólogo Johan Galtung, quien reflexionó en una conferencia en la Universidad de Alicante sobre los conflictos sociales en el año 2000). Es habitual que detrás de la queja que se plantea, haya un conflicto no resuelto que motivó la disputa. Evitar que esa situación haga escalada es trabajar en la prevención de un problema que luego tornará muy difícil una solución mediante el diálogo, evitando que se llegue a la violencia, con el valor agregado del efecto educativo con relación al respeto por la opinión, el espacio y la vida del otro.
La voluntariedad es un requisito esencial del procedimiento de mediación, como también la confidencialidad, es decir que por ello, tampoco el mediador puede ser denunciante, ni testigo en ningún trámite que ante otro organismo municipal o no, decida iniciar alguna de las partes en cuestión. Sólo frente a la existencia de violencia, abuso o maltrato a menores, queda relevado de su rol, dando por cerrada la instancia de mediación.
El mediador no decide por ellos, sino que facilita el diálogo, ayudando a que evalúen la conveniencia de un acuerdo que atienda a sus necesidades, respete el marco normativo y permita mejorar la calidad de su relación y por ende la salud social.
Alcances de un Centro de Mediación Comunitaria
Todo Centro de estas características realiza con sus requirentes tres acciones básicas:
escucha activa y contención; a través de una Entrevista de Admisión y / u Orientación y en su caso articulación con la Red Institucional.
Decidir la viabilidad de una mediación y dar lugar al desarrollo de la misma.
Se procura un trabajo en red serio, no solo con los órganos de la administración municipal, sino con los organismos oficiales o privados que presten servicios y que puedan resolver problemas que afectan a los consultantes, para orientarlos adecuadamente, evitando el desgaste de las personas y los procesos, tratando muchas veces de superar el “como si” del sistema.
Cooperación globalizada. UNESCO 2000
Mac Gregor, Felipe (1986) La cultura de paz supone ante todo un esfuerzo generalizado para modificar mentalidades y actitudes con ánimo de promover la paz. Significa transformar los conflictos, prevenir los conflictos que puedan engendrar violencia y restaurar la paz y la confianza en poblaciones que emergen de la guerra. Pero su propósito trasciende los límites de los conflictos armados para hacerse extensivo también a las escuelas y los lugares de trabajo del mundo entero, los parlamentos y las salas de prensa, las familias y los lugares de recreo.
Las soluciones dependen de la intervención conjunta y en frentes muy diversos de hombres y mujeres de todos los sectores de la sociedad. La cooperación entre países en todos esos ámbitos puede aportar la estabilidad y la ayuda necesaria para obtener resultados duraderos. Fundar una cultura de paz, en suma, es una empresa que rebasa la responsabilidad de un sector, una comunidad, una región o una nación concretos para cobrar un carácter universal.
Para la UNESCO, la educación es la punta de lanza de las actividades de promoción de una cultura de paz. La Organización lleva años elaborando programas para ayudar a los Estados Miembros y a sus propios asociados a introducir, en la planificación de sus programas de enseñanza formal y no formal, políticas y principios de acción favorables a la ciudadanía democrática y los derechos humanos. Se han concebido programas especiales de enseñanza, que hacen especial hincapié en la educación para la paz y promueven la enseñanza de la tolerancia y la no violencia.
Nuevos desafíos del siglo XXI
A principios de siglo XXI escuchamos en una conferencia como un sociólogo advertía al respecto de un fenómeno singular: los bordes, lo marginal se había emplazado en el centro. Lo céntrico, lo incluido quedaba apretado en los bordes. La pobreza, la falta de trabajo y la perdida de la valoración del mismo como algo dignificante, conformándose con acceder a ayudas del Estado o viviendo de tareas eventuales, el incremento numérico de esta población con bajo acceso a la educación o escasa motivación para el aprendizaje, la pérdida de valores y afecto, devenida con la ruptura de los grupos familiares, se multiplicó de manera ascendente y marcó la necesidad de encontrar nuevas estrategias para mejorar las relaciones humanas en este contexto.
En este marco referenciamos la conceptualización del maestro Remo Entelman acerca del conflicto como una especie de “relación social”, es decir que dentro de la vida en sociedad y de la interacción humana es algo natural. P.H. Gulliver, marca una clara distinción entre el “arreglo de la disputa” y la “resolución del conflicto”, uno preferentemente centrado en la negociación y el otro en la “adjudicación”.
El problema nodal entonces, es cómo tramitan las personas, los grupos y las comunidades esos conflictos, cuando parece perdida o desconocida la habilidad de las personas para encaminarlo constructivamente. Lo único que sería un signo alentador para el futuro es el rol que los pueblos modernos han desempeñado en la formación e implementación de comisiones y foros para la paz y justicia social.
Apartheid y la Comisión para la Verdad y la Reconciliación
El término Apartheid es originario del afrikáans (variedad del neerlandés en Sudáfrica) cuyo significado es apartamiento, separación. Adquirió finalmente el concepto específico de segregación racial.
La Real Academia Española lo define como la “segregación racial, especialmente la establecida en la República de Sudáfrica por la minoría blanca”.
La Comisión para la Verdad y la Reconciliación fue un organismo oficial creado por el gobierno de Sudáfrica que buscaba alcanzar a lo que denominaron justicia restaurativa después del fin del régimen del Apartheid.
La salida del régimen del Apartheid no puede entenderse sin pensar en la búsqueda de la reconciliación. Ya no se trataba sólo de suspender las leyes injustas o de liberar a los presos: era preciso además cerrar todas las heridas del pasado. El rencor y los agravios históricos eran incompatibles con el futuro que se pretendía para Sudáfrica.
Para articular institucionalmente ese proyecto, en 1994 se estableció un organismo que aspiraba a funcionar como un tribunal de Derecho. Se llamaba Comisión para la Verdad y la Reconciliación, y su objetivo era la reconciliación nacional. No se mencionaba la necesidad de lograr el perdón personal de las víctimas a sus victimarios, ni la religión. Se proponía que los involucrados relatasen sus experiencias en audiencias públicas. Las mismas se retransmitieron en directo por televisión y contaron con la atención de todos los medios de comunicación.
Para los primeros (víctimas) se creó el Comité para las Violaciones de Derechos Humanos; para los segundos (victimarios), el Comité para la Amnistía.
La Comisión para la Verdad y la Reconciliación buscaba sanar y curar las heridas del país entero durante los años del Apartheid. Esta vez se trataba de no dejar ninguna cuenta pendiente.
Lo postcolonial
El discurso anticolonial pone de manifiesto los horrores de la colonización, denunciando las injusticias de un acontecimiento que ha arrebatado la identidad de muchos y ha enriquecido la historia de unos pocos.
El concepto de la Comisión para la verdad y la reconciliación, adquiere una dimensión especial, ya que se convirtió en una herramienta de resistencia que no es sino una denuncia del colonialismo y una reivindicación de una cultura silenciada durante siglos.
Hemos de describir, en un primer lugar, lo que entendemos por discurso colonial y poscolonial y en segundo lugar, situar el concepto de resolución del Apartheid en estrecha relación con el de poscolonialismo.
La creación de la Comisión para la verdad y la Reconciliación, generó un discurso de resistencia, como el medio idóneo para reivindicar un pasado expoliado y recuperar el legado de una cultura ancestral. Late la conciencia de salir de un pasado doloroso para construir una realidad política diferente.
Los estudios postcoloniales surgen a finales de la década de 1970 en el marco de los estudios culturales y literarios, particularmente en universidades británicas y estadounidenses.
Los estudios postcoloniales buscan, hacer visibles las formas de dominación emprendidas con el colonialismo que siguen aún vigente. En el caso concreto de América Latina, se habla de colonialidad para referirse a las dominaciones culturales, sociales, políticas y económicas vigentes en la modernidad. A diferencia del colonialismo, que se entiende como el momento histórico en el que, a través de diversas violencias, esa dominación fue instaurada por Europa alrededor del mundo, la colonialidad se refiere a las diversas formas de control que perpetúan los patrones de poder instalados con el colonialismo a través de “la naturalización de jerarquías territoriales, raciales, culturales y epistémicas, posibilitando la re-producción de relaciones de dominación” (Restrepo y Rojas, 2010.p.17).
Según Loomba (1998. p.12), lo “post” cronológico en lo postcolonial, es “el cuestionamiento de la dominación colonial y los legados del colonialismo”, y se debería agregar que la crítica postcolonial no sólo cuestiona sino también rechaza dicha dominación y apuesta a que es posible trascenderla.
La violencia epistémica colonial opera bajo esquemas modernos más sutiles. Se puede comprender lo esencial de los fundamentos ideológicos que se encuentran en la base de muchas violencias culturales, estructurales y directas que aborda la Investigación para la Paz, siendo el racismo un ejemplo paradigmático de ello.
El trabajo por la paz abarca todo aquello que abone a la transformación de los conflictos de forma pacífica y a la erradicación de las violencias directa, estructural y cultural. Según Galtung (2003), la violencia cultural se refiere a “aquellos aspectos de la cultura, el ámbito simbólico de nuestra existencia (materializado en religión e ideología, lengua y arte, ciencias empíricas y ciencias formales –lógica, matemáticas–), que puede utilizarse para justificar o legitimar violencia directa o estructural”. (p.7).
Entre los estudios postcoloniales y la Investigación para la Paz se abren posibilidades por explorar y profundizar, considerando el compromiso ético y político en el análisis de realidades sociales injustas, opresoras y violentas.
Reforzando la crítica a la dominación que supone la modernidad, y la valoración del conocimiento y el re-conocimiento desde una diversidad de lugares y culturas.
Lederach (2007), reflexiona sobre la serendipia, que la describe como “la fascinación y la frustración de ese progreso lateral que constituye el empeño humano de la construcción de la paz en escenarios de violencia, pues el cambio social constructivo es, con frecuencia, lo que acompaña y circunda ese viaje, más que lo que se perseguía y producía inicialmente e intencionalmente”. (p.173).
Mediación como elemento esencial de la cultura africana
Según Paquita Reche, una entendida de la cultura africana, en un poblado bobo – madaré, del Oeste de Burkina Faso, la mediación tradicional es una práctica viva y corriente en África, empleada para resolver conflictos comunitarios, en el interior de las familias o entre individuos. Allí, se practican dos tipos de mediación: la mediación comunitaria y la mediación privada.
La mediación comunitaria tiene dos funciones: obtener la bendición de Dios y de los espíritus y ofrecer reparación. La primera se realiza cada año antes de la cosecha. Los Ancianos imploran la bendición para que el Do, espíritu fundador del poblado, considerado mediador entre Dios y los hombres, renueve la comunidad en su origen, costumbres y solidaridad. Los saludos que se intercambian ese día entre las familias muestran el deseo de reconciliación entre los responsables y el resto de la comunidad.
La mediación comunitaria se emplea también para aproximar a las familias, a los poblados vecinos o a los responsables del poblado con el resto de la comunidad. La mediación privada se practica a nivel de cada familia. Cuando la mediación interna fracasa, se hace intervenir a los “dueños” del perdón: jefes de tierra, griots o herreros. Dotados del saber intelectual, vehiculizado por la tradición oral, y del saber hacer técnico. Trovadores o “griots” y herreros son importantes mediadores entre familias o individuos cuando surge un conflicto.
En la recomposición del tejido social desgarrado, el África tradicional contaba con una tradición milenaria de mediación, que ha permitido mantener la cohesión social de muchas comunidades.
Para resolver conflictos en la sociedad civil moderna, se han constituido desde hace años, con mayor o menor fortuna, comisiones de “Verdad y Reconciliación”, “Consejos de Sabios” y otros mecanismos inspirándose en la mediación tradicional. La palabra latina, “medicini”, de la que procede, significa medio, centro. Nos dice que la mediación hace volver al centro, a lo esencial porque restablece la armonía. Hoy, se habla mucho de mediación en distintos ámbitos y situaciones conflictivas de diverso orden entre individuos o grupos y países. Surgen y se profesionalizan nuevas figuras: las de los Mediadores.
Después de la formación de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, al final del Apartheid en Sudáfrica, otras Comisiones se han constituido en algunos países africanos, para sanar la memoria y reconciliar los grupos que estuvieron enfrentados.
Estos procesos tienen mucho que aprender de la sabiduría encerrada en ese elemento esencial de la cultura africana que es la mediación. Por supuesto, no se trata de rescatarla y aplicarla sin más a las sociedades modernas, sino descubrir en ellas valores universales y permanentes, siempre que eliminen desviaciones que se opongan a las conquistas éticas formuladas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y rompan barreras tribales.
Estudio comparativo entre el Modelo Sudafricano del Apartheid y un centro de Mediación en el Conurbano Bonaerense.
La discriminación racial en Sudáfrica se remonta a la ocupación iniciada por los primeros europeos en África en 1652, pero fue formalizada legalmente en 1948, cuando gana las elecciones el radical Partido Nacionalista a partir del establecimiento del apartheid. La población blanca no superaba el 15 por ciento, más del 70 por ciento eran africanos y el resto mestizos.
A partir de 1948 se creó un registro racial obligatorio bajo el control del gobierno. Los matrimonios interraciales fueron prohibidos. Se establecieron zonas segregadas en todo el país que abarcaron sitios como hospitales, escuelas, parques públicos, autobuses separados para blancos y negros. Los negros no podían ocupar posiciones en el gobierno ni votar.
El Congreso Nacional Africano (CNA) se fundó en 1912 con el objetivo de defender los derechos de la mayoría del país. A partir de 1952 tuvo un crecimiento exponencial como consecuencia de la instauración del apartheid.
La política del apartheid promovió el aislamiento de Sudáfrica en el plano internacional, afectando su economía y la estabilidad del país. Muchas naciones prohibieron a sus compañías hacer negocios con Sudáfrica y hasta a los equipos deportivos del país les era prohibido participar en campeonatos internacionales.
En 1990 a causa de la inviabilidad política, económica y social y del aislamiento internacional del país, así como de la presión interna de los grupos que resistían el apartheid, el gobierno de Frederik de Klerk comenzó un proceso de negociaciones para poner fin al sistema racista implantado 40 años atrás. En estas negociaciones tuvo un papel protagónico el líder del CNA, preso desde el año 1963, Nelson Mandela.
El partido CNA de Nelson Mandela y el gobierno del apartheid en Sudáfrica se vieron obligados a reconocer la necesidad de un acuerdo negociado.
El gobierno pedía un compromiso franco para la paz y Mandela sostenía que la buena voluntad del CNA para negociar era exactamente eso.
El gobierno del apartheid deseaba conservar las riendas del poder, pero estaba dispuesto a conceder una mayor participación política al sector mayoritario de la población. El movimiento de liberación quería eliminar de raíz el poder de los blancos. Ninguna de esas aspiraciones parecía realizable sin una guerra. El interés de todos era evitar ese enfrentamiento.
El proceso promovido por el gobierno sudafricano se apoyó en la conclusión de que era imposible para las víctimas del apartheid no gobernar junto con los blancos que controlaban la economía, la administración, el ejército y la policía. A partir de allí se pensó que condenar era muy difícil, porque había que condenar a la mayoría, ya que no se encontraban muchos sudafricanos blancos que no hubieran sido racistas. La política de reconciliación apareció como un paso necesario para la nueva etapa que se abría.
A lo largo de ese período de negociaciones que va desde 1990 hasta la asunción de Nelson Mandela como primer presidente elegido en forma democrática por la mayoría, en 1994, se fue perfilando la refundación de la nación sudafricana. El primer paso para el camino de la reconciliación, fue el completo desmantelamiento del apartheid, y todas las medidas para imponerlo.
Dos fueron los procesos centrales en paralelo que llevaron al final formal del prolongado y violento conflicto generado por el sistema del apartheid. La reforma constitucional y la instauración de la Comisión de Verdad y Reconciliación.
Para la transformación del conflicto es esencial determinar cómo transformar el conflicto de un ciclo destructivo a uno constructivo. En este contexto, la teoría enfatiza una visión de proceso donde las relaciones y las conexiones que estas generan juegan un papel fundamental. En efecto, el conflicto surge y se desarrolla dentro de una red de relaciones y son estas las que le dan forma al conflicto. De este modo, las relaciones son un recurso no solo para el análisis del conflicto sino también como una estrategia de acción.
En La Imaginación Moral, Lederach (2007) señala que para romper los patrones de violencia se deben considerar la red de relaciones y el contexto en cual surgen y se manifiestan. Una vez que se encuentran los espacios de relación que sustentan la violencia, también se habrá encontrado los espacios para generar cambio social.
En el proceso de generación de relaciones, la teoría invita a crear conexiones con personas y grupos que no necesariamente comparten la misma ideología. Lederach señala: en concreto quienes construyen el cambio social deben procurar intencionalmente establecer vínculos entre personas con mentalidades diferentes y situadas en puntos diferentes del contexto. Los constructores de la paz, sea cual sea su localización o convicción, tienen que eliminar la noción equivocada de que el cambio puede darse al margen de personas que no tienen un pensamiento común y no están situadas en un espacio social, político o económico similar.
Uno de los constructores de paz que se reconoce como generador de conciencia de paz en la comunidad, son los centros de mediación comunitaria. Más allá del tránsito de lo macro del apartheid en Sudáfrica, a lo micro de un Centro de Mediación Comunitaria en el Conurbano Sur Bonaerense, se busca facilitar un terreno de entendimiento dónde el diálogo fluya bilateralmente hacia la resolución de conflicto. Hablar de transformar conflictos supone dar al mismo una connotación positiva y entenderlo como oportunidad para el cambio y la superación. Como señala Lederach (2009), la transformación del conflicto demanda un cambio en nuestra forma de pensar, es decir, cambiar la perspectiva y el punto de mirada. No se trata solo de resolver problemas puntuales o resistir ante una situación adversa o un trauma, sino de ir a la raíz de los mismos para darles un tratamiento enfocado al futuro y en profundidad.
“La transformación de conflictos es visualizar y responder a los flujos y reflujos de los conflictos sociales como oportunidades vitales, para crear procesos de cambio constructivo que reducen la violencia e incrementan la justicia en la interacción directa y en las estructuras sociales, y responden a los problemas de la vida real en las relaciones humanas.” (Lederach, 2009, p.15). Pensar en transformar y no en resolver, ofrece la oportunidad de hacerse cargo de lo profundo del conflicto, en lo personal, en la estructura de las relaciones, en el pasado y en el futuro de los mismos.
El Centro de Mediación en el Conurbano, viene propiciando políticas de prevención y atención de conflictos sociales mediante el desarrollo de acciones tendientes a facilitar las relaciones con la comunidad y entre los distintos actores sociales en su conjunto, auspiciando la difusión y el empleo de los Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos y trabajando en forma articulada con la Red Social y Judicial. El cual brinda acceso a los servicios de justicia en forma local, asesorando a los ciudadanos acerca de los derechos, ofreciendo a quienes lo requieren la sustentación del procedimiento de mediación comunitaria como instancia previa y voluntaria a la controversia judicial.
No se agota la misión de administración, en su calidad de primer interlocutor social. Intenta generar nuevas formas de inclusión y contención social que contribuyan a la pacificación diluyendo el aislamiento, la alteración de la convivencia y toda forma de violencia que en su consecuencia irrumpa.
De este modo, se profundizan las acciones que promuevan el sentido de comunidad y pertenencia; alentando conductas justas y solidarias. Pretendiendo al fomento del diálogo y el encuentro de las personas que integran la población del partido en el Conurbano Sur Bonaerense.
Esta iniciativa se ve reforzada por los antecedentes registrados en el ámbito nacional y provincial, tal como resulta la experiencia de muchos años de mediación extrajudicial obligatoria en la Capital Federal, como así los servicios de mediación comunitaria existentes en cada uno de los centros de gestión y participación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Generando un Programa de Formación intensiva en mediación dirigida a agentes de la administración pública provincial y municipal, marcando una tendencia creciente en generar un cambio de paradigma cultural que invite a cultivar conductas que modifiquen la confrontación a favor del diálogo, y el conflicto por el acuerdo.
Estas variadas propuestas institucionales se enmarcan en un contexto social donde se mantiene la saturación de causas judiciales en los tribunales que impide una fluida respuesta a los casos planteados. A la vez que perdura una alta conflictividad social, el crecimiento de la violencia familiar y una alarmante escalada de un nuevo escenario donde hace su aparición la violencia en la comunidad educativa toda.
En atención, al singular problema de la convivencia escolar y la aparición de la violencia en el ámbito de la escuela, el Ministerio de Educación de la Nación ha dispuesto la implementación de un sistema de convivencia en la escuela y un programa de mediación escolar. Por medio del “programa de convivencia y mediación” introduciendo la necesidad de instrumentar una nueva forma de relacionarse entre los miembros de la comunidad educativa, basada en la construcción de acuerdos institucionales de convivencia y la adquisición de herramientas operativas para la resolución pacífica de conflictos en el ámbito escolar lo que también significará la incorporación de habilidades para la vida, como un aporte para “el aprender a ser” afianzando la educación en valores, la construcción de la ciudadanía y la participación de niños, adolescentes y jóvenes.
En el Conurbano Sur Bonaerense, en aras de la modernización y el fortalecimiento de las instituciones, impulsan una nueva visión en el proceso de construcción de consumo ofreciendo un espacio público para la formulación de estrategias adecuadas que permitan evitar la confrontación y la disgregación del tejido social, ofreciendo códigos de comunicación renovadores e idóneos a los actores locales e invitando a actuar en una Cultura de Paz.
Escenario de Cooperación Sur – Sur
El escenario de Cooperación Sur – Sur, también conocida como cooperación América del Sur-África (ASA) es el intercambio de recursos, tecnología y conocimiento entre países en desarrollo, también denominados países del Sur global. A partir de la 2° cumbre en Venezuela, Isla Margarita, septiembre de 2009, quedó establecido mejorar las relaciones económicas y de recursos humanos. El modelo de inserción para una “nueva Sudáfrica” privilegiará la recomposición de las relaciones políticas y económicas con el mundo desarrollado y con el África meridional. En segundo plano aparece la búsqueda de renovar contactos en el marco de las relaciones Sur-Sur, imponiéndole una connotación cooperativa canalizada por vía política, económica y de seguridad. Una Sudáfrica sin Apartheid, camino a la democracia, en el marco de una distensión en la región, deja de ser una amenaza para la paz en el Atlántico Sur especialmente para los países africanos, y pierde su calidad de anti modelo para las democracias sudamericanas. Estos datos contribuirían a facilitarle la participación en algunas instancias de cooperación por necesidad propia de reinsertarse en todas los ámbitos internacionales.
Si bien la opción latinoamericana vino atada en los años 60 y 70 a su creciente aislamiento internacional, en un mundo en reestructuración donde no todo está resuelto, es posible imaginar a partir del siglo XXI espacios de cooperación selectiva no sólo entre los Estados, sino entre agencias gubernamentales, y entre agentes privados, debido a que las relaciones comerciales y la cooperación para la paz se han convertido en los principios rectores de todo relacionamiento internacional.
CONCLUCIÓN
Esperamos que este trabajo, contribuya a animar la discusión académica y hacernos pensar, en todo aquel conocimiento que colabore a generar pensamiento alternativo y alternativas aplicables para fomentar la inclusión social, resolución de conflictos y construcción para la paz.
La paz es un concepto abstracto y universal creado por los seres humanos, que se encuentra presente en todas las culturas. La paz tiene muchos sentidos y amplias posibilidades. Teniendo en cuenta que una forma de entender la paz es considerarla como transformación positiva de conflictos.
Todo aquello que damos por verdadero o real, solo tiene sentido en el marco de las relaciones humanas. La paz, la violencia o el conflicto, son conceptos que utilizamos en nuestras relaciones, y están sujetos a múltiples interpretaciones de acuerdo al contexto y a quienes los utilizan. La aportación específica de los estudios para la paz en la conflictividad determinan los procesos de mediación, arbitraje o negociación que contribuyen a la construcción de consensos, y explica las ventajas que ofrecen los mecanismos alternativos para resolver conflictos, como los Centros de Mediación comunitaria.
Según Christopher Moore (1996) en su estudio de la historia de la mediación, la intervención de terceras partes ha sido empleada en casi todas las culturas de todas las regiones del mundo, y en todas las etapas de la historia conocida.
Moore, de manera análoga, entiende la mediación como una ampliación del proceso de negociación, subrayando la actitud imparcial y neutral del mediador.
Es menester que el Estado en todos sus niveles busque recuperar el interés estratégico de revertir el deterioro educativo de los habitantes, devolviendo el sentido de inclusión que la institución escolar supone, como anclaje de proyección de un porvenir y de construcción de un orden simbólico integrador, logrando una correspondencia entre las capacidades requeridas para el desempeño ciudadano y para el desempeño productivo abriendo nuevas perspectivas en el papel de la educación en el desarrollo social. Esto es lo que promueve la mediación escolar implícita en la mediación comunitaria para desarrollar terrenos de entendimiento en la construcción de paz.
El proceso de globalización en el mundo, ha contribuido a guerras, conflictos y odios nutridos por malentendidos, sospechas, prejuicios, estereotipos y xenofobia. Se habla ya no de choque de civilizaciones, sino de choque de ignorancias.
Las ignorancias de la economía del odio y de la venganza, las ignorancias en el manejo de la dignidad y los derechos humanos, el analfabetismo emocional de la rabia, el rencor acumulado y los deseos de venganza. Aunque el ser humano este hecho para la paz, parece aumentar la violencia, la exclusión y la inseguridad en los escenarios sociales, económicos, políticos y hasta religiosos de todos los países del planeta.
Es un gran desafío del siglo XXI presentar, en el escenario globalizado, nuevas perspectivas postcoloniales de cooperación que evidencien alternativas de resolución de conflicto. A través de la generación de los procesos de dialogo, de la construcción de paz, de la educación para la paz, y la transformación de los conflictos.
El objetivo de nuestro trabajo se centra en un paralelismo entre una mirada macro que presentaba el modelo sudafricano del apartheid, y una mirada micro de un centro de mediación comunitaria en el Conurbano Sur Bonaerense, para enfatizar la importancia de la construcción de paz y la educación para la paz.
William Ury, señala en su libro “Alcanzar la Paz” que hay tres oportunidades para canalizar el impulso vertical del conflicto que lleva a la destrucción: en principio prevenir el conflicto abordando las tensiones latentes, en segundo término, colaborar en la gestión o resolución del conflicto que se desarrolla, y en tercer lugar contener las luchas de poder que no pueden resolverse. (Ury, 2000, p. 127).
Actualmente, la práctica de la mediación está presente en casi todos los campos sociales, donde surge la conflictividad. Lo fundamental es la reflexión en torno a la paz y la regulación de conflictos, especialmente en la coyuntura por la que pasa la sociedad en su conjunto.


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